jueves, 4 de junio de 2009

Diego Armando Maradona: Pasión de multitudes.


Por Matías Ruffet.- Oh juremos con gloria morir!...La estrofa final del himno puede traer a la memoria de los argentinos el recuerdo de grandes próceres; hombres capaces de trascender las barreras de la mortalidad para perpetrarse en el corazón y la identidad del pueblo. Más allá de no haber librado batallas que dieran a la América oprimida su independencia, o viajar por el continente con sus ideas como bandera, Diego Armando Maradona forma parte de un grupo selecto de hombres que han pasado a ser un mito. Desde su ubicación dentro del campo de juego, el "Diez" sabe que ha cumplido la premisa del canto patriótico y aún así, va por más con la Selección.
Sus primeros partidos como director técnico del conjunto nacional incrementaron las expectativas de todos los amantes del fútbol y las arcas de quienes manejan un negocio imperial. Los triunfos ante Escocia y Francia en Europa generaron la ilusión de un porvenir próspero. El debut oficial de tuvo un marco acorde a los logros que Diego brindó a la patria futbolera y, la contundente victoria sobre Venezuela , propició que los aplausos se multiplicaran. Sin embargo, la derrota categórica que Argentina sufrió en Bolivia enfrió los halagos y le dio rienda suelta a los críticas, tanto a las reflexivas como a las meramente resultadistas.
Tal como dice la Bersuit, "del éxtasis a la agonía oscila nuestro historial" y, como si fuera una constante en su vida, Maradona ya se topó en su corto período como seleccionador nacional con el placer y el dolor. Su verborragia lo ha erigido como dueño de frases célebres y de otras tristemente objetables. La vida, la historia, y la construcción que muchos han hecho de que es un Dios terrenal (y seguramente más de una vez lo ha perjudicado), generan que todo hecho vinculado a él acapare una atención masiva. Así es Maradona. Es ese apellido que representa en la mente a toda una Nación; es él ese estandarte que despierta admiración en distintas latitudes y por el que vibran muchos corazones.
Desde este espacio, en el que se intenta escapar a los conceptos extremistas y resultadistas, es menester reconocer a quien fue capaz de hacer aflorar la sensibilidad del más parco y poner de rodillas, con un balón, a los poderosos. Aunque en su camino las contradicciones sean moneda corriente, y a pesar de que algunas de sus afirmaciones sean tan fallidas como los intentos de los ingleses por voltearlo a patadas en el Azteca, no hay dudas de que él es un ícono de la pasión, de esa adrenalina necesaria para trascender, de ese amor por los colores que se hizo eco en cada gambeta.
El sábado se sentará en el banco y se pondrá de pie la patria futbolera. La tarde del "Monumental" marcará un nuevo reencuentro de Diego y su gran amor, la Selección.

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